Programa de Tradiciones populares de Pamplona

Las tradiciones de un pueblo son fundamentales para conocerlo, sentirlo y quererlo, de la misma forma que no se puede tener un completo conocimiento de una persona sin contar con sus sentimientos y con su pasado.

En las tradiciones encontramos las costumbres que son la expresión del sentir de ese pueblo que sus gentes han ido construyendo. Son las manifestaciones del “alma popular” que manifiestan la alegría de vivir: celebraciones civiles y religiosas, juegos, danzas, música…

El objetivo del programa TRADICIONES POPULARES DE PAMPLONA es acercarnos a aquello que nuestros antepasados nos legaron a través de la cultura no escrita, popular, espontánea y que se ha ido transmitiendo a través de generaciones para conocer mejor nuestra ciudad y traspasar este sentimiento a las venideras.

Y para esto es fundamental en primer lugar saber cuál es el sentido de la tradición, el por qué de la misma. Y posteriormente vivirla. Si las tradiciones pierden su sentido y no se viven difícilmente sobreviven una generación.

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PROCESIÓN DE SAN SATURNINO (PATRÓN DE PAMPLONA)

¿Qué es?: Una procesión con San Saturnino, patrón de Pamplona, y Misa presidida por el Arzobispo. Orden de la procesión: Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Pamplona, cuatro guardias municipales, chistularis, danzaris, timbales y clarines municipales, imagen del santo, cabildo de la catedral, bandera de la ciudad con porta-bolas, maceros municipales, libreas, Corporación Municipal, jefe de Policía Municipal (con traje de gala), guardia de gala y banda de música “La Pamplonesa”.
Cuándo: El día 29 de Noviembre, fiesta de su martirio. Comienza a las 10:15

Dónde: Desde la parroquia de san Saturnino, por la Calle Mayor, Paseo del Dr. Arazuri, Nueva y San Saturnino de nuevo hasta la parroquia, donde acaba con una Misa presidida por el Arzobispo y a la que asiste el Ayuntamiento en cuerpo de ciudad

Duración: Media hora aproximadamente la procesión y posteriormente la Misa

Consejos: Ir con los niños. Ver la salida del Ayuntamiento en cuerpo de Ciudad a las 10:25. Disfrutar de la canción “De Tolouse a Pompaelo” que le canta la Cofradía San saturnino.

Recomendado a: Todos los públicos

Sentido del acto: Celebrar la fiesta de nuestro patrón, San Saturnino, y el comienzo de la cristianización de la ciudad de Pompaelo a través de su predicación.

¿Cómo quedamos?: A las 10:15 en la Calle Nueva a la altura de la Plaza de San Francisco

Tras la Misa tomaremos unas banderillas y moles de aperitivico por lo viejo, mientras disfrutamos de los gigantes y kilikis

VIDA DE SAN SATURNINO

En resumen te vamos a contar la relación de Saturnino, obispo de Tolouse (Francia) con Pamplona. Saturnino mandó a Honesto a Pamplona a evangelizar. Honesto conoció a Fermín y llamó a Saturnino para que le echara una mano. Saturnino vino a Pamplona y bautizo en el pocico de San Cernín a Fermín y los primeros cristianos de Pamplona y nombró a Fermín primer obispo de nuestra ciudad dejándolo bajo la custodia de Honesto. Bautizó a 40.000 navarros más y se volvió a Tolouse donde fue martirizado atado a un toro.

Pero como seguro que quieres saber más detalles de la historia de nuestros 3 primeros evangelizadores, San saturnino, San Honesto y San Fermín, te la detallamos a continuación con detalle:

San Saturnino (San Cernin pa los amigos) es el glorioso patrón de Pamplona, y en honor suyo es por lo que se monta todo este guirigay.

 

San Saturnino vivió y hacia el 250 fue consagrado obispo y enviado a las Galias, donde no queda claro si entró en contacto con Asterix y Obelix. Se asentó en Tolouse y empezó la tour de Francia (evangélica claro, no chirrindulari). En una de esas etapas en Nimes convirtió a un mocete muy majo llamado Honesto (fijaros si debía ser honrado) y se lo echó al coleto bautizándole. Pero los paganazos de los romanos no estaban muy contentos del tema y agarraron a traición a los pobres Saturninico y Honesto y los metieron en una oscura mazmorra en Carcasona (no La Casona de Barañáin, como dicen algunos textos apócrifos). De allí fueron salvados milagrosamente y se escaparon agarrándose las posaderas hasta su sede en Tolouse. Como las Galias se le quedaban pequeñas, envió al bueno de Honesto a Hispania.

 

Y aquí empieza su relación con nuestra querida tierra, porque Honesto no tuvo mejor idea que aterrizar no en Noain, sino en Pompaelo. Entre los habitantes de la pequeña ciudad, se encontraban los padres de un mocetico llamado Fermín -Firmo y Eugenia- que eran más majos que las antiguas pesetas y pertenecían a la aristocracia  romana que llevaba la administración de la ciudad (con bastante más acierto que muchos de los munícipes que les han sucedido, según dicen los sesudos historiadores). Estos esposos, aunque paganos, eran bastante religiosos y tras ofrecer sus dones a los dioses lo celebraban con un buen chocolate con churros en la antigua Calle Mañuetus. Un buen día que iban al templo de Júpiter, escucharon a un extranjero que estaba predicando la doctrina de un Dios llamado Cristo. Por eso de la curiosidad y tal, y haciendo honor a la hospitalidad de este pueblo, Firmo y Eugenia le invitaron a su hogar a tomar un poco de birica y un vaso de mol. Resulto que este extranjero era el mismísimo Honesto, que vio por primera vez a Ferminico (al que todos llamaban Fermincho). Así, en las sobremesas de las cenas en casa de los Firmo (Firmenea), entre cántico y trago de mol, las convincentes palabras de aquel apóstol, enviado por el obispo de Tolouse Saturnino, fueron calando en toda la familia de Firmo. Y entonces, Honesto le dijo a Saturnino que aquí había gente muy maja y que había que cristianarlos. Saturnino, ni corto ni perezoso, cogió un macho con un carro y se vino a esta tierra, y a lo tonto a lo tonto, evangelizó en Navarra a más de cuarenta mil paganos, siendo él u Honesto o entre los dos quien bautizó a Fermín y a sus padres, ahí, donde el pocico de San Cernin.

Pocico de San Cernin al comienzo de la Calle Mayor

Pocico de San Cernin al comienzo de la Calle Mayor

 

Saturnino, cumplida su misión navarra, recorrió Galicia (posiblemente acompañando a Santiago, pero esto me lo acabo de inventar porque Santiago no pudo vivir tantos años), siempre con el mismo éxito, y llegó hasta Toledo; Volvió finalmente a Tolouse, no sin hacer escala en Pompaelo para saludar a Fermín y comprar unas chistorras y pasticas de Layanus para el viaje. Y cuando llegó a su Tolouse, a los bestias de los romanos, idolatras empedernidos (que no es lo mismo que ludópatas), no les hacía ni pizca de gracia que predicara el Evangelio. En un descuido, cuando pasaba delante del Capitolio, la plebe rodeó amenazadora a Saturnino y le impuso que sacrificara un toro sobre el altar de Júpiter. Como buen navarro de adopción, cabezón como él solo, y sobre todo como buen seguidor de Cristo, les dijo (no sabemos si en vascuence o latín) que le iba a sacrificar órdigas a ese moñaco, y que o le soltaban o se arremangaba la sotana y… pero los muy cobardes lo pillaron por detrás y no tuvieron mejor idea que atarlo al toro que pensaban sacrificar citándolo con papiros enrollados, para que se fuera escaleras abajo con el pobre Saturnino zinzilicando detrás. Así fue como San Saturnino murió martirizado el 29 de Noviembre del 257 (día arriba, día abajo), pa­sando de esta manera al Reino de Dios en el Cielo el que tanto había extendido el de Jesucristo en la Tierra, tras habernos convertido a los cafres de los navarros con la ayuda de un gran colaborador llamado Honesto (que se quedó en Pamplona hasta el final de su vida) y su discípulo, un muetico llamado Fermín.

 

Poco más puede determinarse de la vida de San Saturnino, pues la leyenda con que los pueblos quieren ensalzar a sus Santos, hace difícil conocer con más precisión la figura histórica del gran obispo misionero. Pero queda patente su vigor apostólico, su elocuencia y su rasmia navarra.

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